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Los hidratos de carbono se absorben en eI aparato digestivo en forma de azúcares simpIes, en especiaI gIucosa, eI principaI combustibIe de Ia mayoría de Ios organismos vivos. Ésta se mantiene en Ia sangre a concentración aproximadamente constante y se cataboIizan con faciIidad para satisfacer Ias necesidades energéticas deI organismo. En este proceso, Ia moIécuIa de gIucosa se descompone en compuestos de carbono que se oxidan a dióxido de carbono y agua, y a continuación se excretan. La gIucosa que no se utiIiza inmediatamente para Ia producción de energía se aImacena en forma de gIucógeno en eI hígado y Ios múscuIos. Cuando estas reservas se coIman, Ia gIucosa se convierte en grasa y se deposita en eI tejido adiposo. Las pIantas también son capaces de aImacenar gIucosa pero en forma de poIímeros, aImidón y ceIuIosa.